He cambiado mi Sony-Ericsson Z5201i por un Nokia e65. Maldita la hora.

He caído. He sido víctima del Marketing. Me he dejado llevar por el N73 que le han dado a Itzel para la oficina. He metido la pata y ahora me toca apechugar al menos 1 año en castigo.

e65.jpgCuando empecé a utilizar teléfonos móviles, hace casi quince años, me paseé por todas las marcas. Utilicé los ladrillotes con batería aparte, los primeros terminales manuales y durante mucho tiempo usé el, entonces, revolucionario StarTAC de motorola. Hace unos 7 años utilicé mi último Nokia ((Como bien dice Algernon en twitter, «Nunca volverán a hacer un móvil tan bueno como el Nokia 3210».)), y no volví a usar Nokia por razones que, hasta esta última semana, había olvidado. Desde entonces fui fiel a SonyEricsson.

Últimamente sentía que Sony-Ericsson no me daba novedades. Que no tenían el mismo ímpetu que hace tiempo y que habían caído en la maldición de Sony y su jurásica estructura corporativista que impide que haya innovación real. Así, decidido a ponerme otra vez un teléfono decente, me puse a ver qué había.

Influenciado en parte por opiniones de otros, en otra parte por la publicidad, aún en otra por el recuerdo de aquellos nokia de pantalla monocromática con su impecable sistema operativo y en parte porque, admitámoslo, su diseño exterior es de lo más atractivo que hay, me las arreglé para obtener un Nokia e65 (la lógica siendo que me gustaban tanto el N73 como el e65 y siempre podría cambiarlo con Itzel si no me gustaba).

Que fiasco y que desilusión.

Nokia, resulta, dejó de ser una marca que me gustara porque, al igual que le pasa a Sony con sus Vaio y antes con sus Clié, tiene una desconexión entre sus diseñadores industriales, sus programadores de software, sus diseñadores de interfaz de usuario y sus probadores finales. Da la impresión de que los diferentes grupos que entran en juego para traer al mercado un producto no se hablan entre sí ni intentan que los equipos parezcan una sola cosa. El resultado final es un hardware chulo pero mal aprovechado y un sistema operativo cuya prioridad no es hacerse uno con su hardware para que el uso sea transparente.

Logo Fast GoodCerca de mi oficina hay un Fast Good ((Juego de palabras que el listo de Adriá piensa que se pierde en sus compatriotas. Viene de la frase «You want it Fast, Good or Cheap?, you can pick two«. Implícitamente te deja claro que te vas a dejar los riñones empeñados en el lugar.)), uno de estos locales de comida supuestamente rápida de Ferrán Adriá. La idea, se supone, es dar comida rápida que además sea de buena calidad. El problema es que aunque uno está dispuesto a sacrificar precio la velocidad y calidad tienen que ser muy superiores.

Es una intención admirable y casi es posible perdonar que todo cueste el doble que en cualquier otro sitio. Es, al fin y al cabo, comida rápida de Ferrán Adriá («Mr. Tengo el Mejor Restaurante del Mundo».

Sin embargo varias cosas parecen haber fallado entre la idea que debe haber bosquejado en una servilleta Ferrán y la ejecución final. Hablando con gente del lugar parece ser que el consenso es el mismo: La idea es buena, la comida es buena, todo se cae en la entrega final.

Veamos. Lo bueno que tiene es que el sitio, aunque frío, es estéticamente agradable. Hay una sección de fríos antes que, si ignoras que pretenden venderte un zumo de naranja chico por 5 euros y un sandwich hecho con medio pan bimbo por 4, tiene cosas sabrosas. Las opciones se ven buenas y las combinaciones interesantes. Dan ganas de comerse algo.

En la carta hay combinaciones inesperadas para un sitio de comida rápida: Pollo con couscous, hamburguesa de setas con mozzarella, huevos fritos con jamón ibérico.

El problema empieza a surgir cuando descubres que la atención al detalle y la estética no ha llegado más lejos que la definición del menú y el resto de la experiencia es despreciable.

Empezando por las colas interminables y lentas, que van a parar a una caja de cada cinco abierta, a un cajero de mala gana que, como los guardapuertas de las discotecas de lujo, te trata como si te hiciera un favor pero realmente no merecieras estar ahí.

Yo: Hola, me da un sandwich de York con Queso, unos huevos fritos con jamón y un refresco para llevar, por favor?
Cajero Desafectado: Se nos ha acabado el York ((A quién se le puede acabar el York, por Dios.)). En su lugar hay uno de Berenjena ((Berenjena. Mi némesis vegetal por excelencia.)). El refresco lo agarra Ud. de la nevera antes de venir a la cola ((El tono implicaba que la cola se tenía que hacer de nuevo si el contenido de la cesta cambiaba.)). No le puedo dar los huevos para llevar ((Pedí explicación sin suerte. «Los huevos no los podemos poner para llevar.»)).
Yo: Ehrm. Bueno, vale, dame una hamburguesa pepita con patatas y cóbrame una coca-cola, que ya la pillo ahora. Para llevar.
Cajero Desafectado: Son 14 euros.
Yo: Ouch. Ok. Te pago con tickets-restaurant.
Cajero Desafectado: Vale. Recibo 16 euros en tickets. No le puedo dar vuelto.
Yo: Jodo. Pues nada, de ahí iba tu propina.

El señor Cajero agarra dos euros y los mete al bote y yo me quedo con la boca abierta y decido tomar mis cosas y largarme de ahí. Acabo de recordar que no me gusta comer en Fast Good y admito para mis adentros que la culpa ha sido mía por ir. Estoy pagándolo.

Pasan 20 minutos ((No. No exagero.)). Finalmente llega mi hamburguesa (fría) ((La hamburguesa de Fast Good está hecha específicamente con una carne jugosa con grasa especial para darle un sabor único. Lamentablemente eso significa que si se deja enfriar adquiere una capa blanquecina mantecosa por afuera que sólo se quita recalentando.)) y mis patatas (frías). Meto mi refresco (caliente) en la misma bolsa y me vuelvo a la oficina a comer.

Lo peor de Fast Good es tal vez la sensación de potencial desperdiciado. De una buena idea olvidada durante su ejecución. La comida suele retener suficiente sabor en su criogénico estado como para isinuar a que estaba realmente buena recién hecha ((Aunque sobrevive mal a un microondas.)). El lugar es casi tan bonito y cómodo como para no prestar atención a que el clima está puesto en modo «Tundra Siberiana». La variedad étnica del personal es admirable y casi hace olvidar el hecho de que tienes que repetir cuatro veces casi todo lo que pides ((Yo he ido a apuntar con el dedo en la carta de la pared lo que quería.)) y que tus platos suelen acabar en las mesas de otros. Tal vez lo más deprimente es ver tu hamburguesa esperando en la ventana de la cocina, el humo de su calor siendo cada vez más tenue, mientras los camareros pasan a su lado una, otra y otra vez, para luego cogerla y pasar enfrente de tu mesa una, otra y otra vez con ella en manos, incapaces de seguir incluso su propio sistema de darle al cliente una banderita con un número.

Lo más mencionable es que el lugar, aún así, nunca está vacío. A la gente no le termina de gustar pero sigue yendo. Supongo que es lo mismo que me pasa a mí, que se me olvida que no me gusta el sitio y al tenerlo tan cerca me dejo llevar por lo que promete y no, realmente, por lo que provee. Nunca he encontrado a nadie en Fast Good que diga que está bueno pero seguimos yendo. Tal vez porque no tenemos opción.

Lo que realmente debería pasar es que me deberían de abrir un Alfredo’s Barbacoa en la puerta de la oficina. No será bonito de ver. No serán hamburguesas de diseño pero madre mía, que buenas que están y, si tienes suerte, Alfredo se sentará contigo, botella de Southern Comfort ((Un whisky dulce y con naranja.)) en mano y con las Dixie Chicks a todo volumen en la tele, y te contará, en su español fracturado, sus aventuras.

Probando la opción de crear Web Clips en Leopard ((Irónicamente, la «chorrada» que más inútil me parecía.)) he aprovechado que tenía abierta parece la página de Ale, que tiene una insana obsesión por las carteleras de televisión para ir a la página de las carteleras y hacerme un widget diaria.

Supongo que hablaré de los Web Clip Widgets ((Baste decir que si pueden pillan un elemento automáticamente, utilizando el ID de CSS. Inteligente, práctico y sin reinventar la rueda. Obviamente mientras mejor programada la web y más semántica, más se beneficia el usuario y su Web Clip.)) más adelante ((Si utilizas Tiger puedes usar Dash Clipping para reproducir la funcionalidad.)), pero no puedo dejar de comentar sobre la cartelera que me apareció y que, deduzco, es representativa de la norma en la televisión española ((Lo digo así porque yo no suelo ver la televisión abierta ya. Entre la X-Box con XBMC y el PVR que graba los programas automáticamente, no se realmente lo que pasan o a qué hora.)):

Cartelera de La Guía para el 30 de Octubre

No se qué decir. De verdad. He escrito cinco veces sobre esto y termino borrando. Desisto.

¿Escenas de matrimonio? ¿De verdad? ¿En primer lugar? Una serie cuya única gracia es que las parejas se tratan de forma insultante y despectiva, se desean la muerte repetidamente y, en general, se desprecian todo lo posible.

¿En segundo «Yo soy Bea»? Ojalá pudiera decir algo que reflejara cómo se me revuelve el estómago.

Normalmente cuando hago rips de mis DVDs para poner en mi disco en red y poder ver en la X-Box utilizo el Handbrake y de forma ocasional el MacTheRipper ((Por cierto, la versión 3ß de ‘Mac The Ripper’ funciona con Leopard, combate un nuevo tipo de protección contra copia y funciona mucho mejor pero, por alguna razón extraña, los desarrolladores sugieren una «donación» de 50 dólares para utilizarla así que no puedo recomendarla. No la uso tanto como para justificarlo.)).

El otro día, buscando a ver si había algo nuevo me puse a buscar «DVD Ripper Mac» y me sorprendió la cantidad de sitios que parecían ofrecer su propia herramienta.

«Algo raro pasa aquí«, me dije mientras abría páginas y páginas y los pantallazos que mostraban parecían ser muy similares y el precio siempre idéntico.

Así pues, me puse a bajar los «Mac DVD Ripper» y, mira tú por dónde, todos son el mismo programa pero «personalizado» a cada sitio, que le pone su propio icono y su propio nombre.

Es como si alguien haya hecho un programa «marca blanca» y lo venda a otros para ponerle su logo y su nombre.

Los que bajé fueron ((Pongo enlace a pantallazos de los sitios, que no puedo con la consciencia tranquila enlazar a los sitios.)):

El programa como tal es monstruoso, inestable, incompatible con Leopard, incapaz de manejar DVDs de múltiples regiones y tiene un olor inconfundible a «Aplicación de Windows portada de mala manera». La única forma de hacerlo funcionar es cargando una carpeta VIDEO_TS porque con los DVDs normales se atraganta.

Pensaba tomar varios pantallazos, pero sólo he podido hacerlo de la pantalla inicial. El programa insistia en caerse si intentaba cargar un DVD (lo cual es más o menos el punto del programa).

Si has llegado aquí buscando un ripeador de DVDs en Mac la recomendación sigue siendo la misma: Handbrake (incluso para Windows, si esto es a lo que se enfrentan sus usuarios).

Un efecto inesperado de activar Coverflow de Leopard en mi carpeta de episodios de TV: Que se nota que los subtítulos no son estándar sino hechos por aficionados:



Haz clic en la imagen para verla completa.

Como se puede ver, de tres episodios de «My Name Is Earl» (4, 5 y 6, respectivamente) se puede ver que empiezan en exactamente el mismo sitio y que coverflow al mostrar la imagen y el subtítulo ((Decodificación de AVI e interpretación de subtítulo formato SRT cortesía del buen Perian, indispensable en cualquier instalación de Mac OS X que se precia.)) muestra tres textos ligeramente diferentes:

  • «Everytime something good happend to me«
  • «Every time somethin’ good happened to me,«
  • «Everytime something good happened to me,«

Esto sólo refuerza lo que ya sabemos: Los subtítulos de aficionados están bien pero no tienen el mismo estándar de calidad que exigiríamos a un producto comercial. Si alguien sacara un producto comercial con la comodidad que nos dan la combinación de RSS + Torrent + Subtítulos por un módico precio (yo pagaría felizmente un euro por episodio o 10 euros por adelantado por temporada) es posible que varios se apuntaran.

Eso sí, tendrían que sacarse la cabeza del trasero, limpiarse las gafas de lo que se les haya pegado y darse cuenta de que compiten contra algo que actualmente vale CERO euros por lo que no lograrán remontar ofreciendo limitaciones por mayor precio sino manteniendo la comodidad y libertad y ofreciendo calidad sin sacrificios. Confiar en que la gente querrá pagar porque un producto lo vale, no porque no tiene opción.

Aún así estos subtítulos sirven perfectamente porque, seamos sinceros, no queremos algo que cueste, tarde pero sea excelente. Queremos algo rápido, que no cueste (o cueste muy poco) y que sea lo suficientemente bueno.

¿Por qué se baja la gente screeners que se ven fatal? ¿Por qué se bajan subtítulos cutres? Las productoras no entienden que esto se hace porque las prioridades de la gente son totalmente diferentes de lo que ellos insisten que son.

No será posible. La forma de combatir de esta gente no es abrirse sino intentando que los demás se cierren.

Son una pandilla de mafiosos y la culpa es nuestra.

Y cierro esto que ya me he vuelto a ir por la tangente…

Esto es a lo que se dedica constantemente mi conexión de ADSL estos días (cuando no la estoy usando yo, claro):

Montones de tiempo libre

La gracia es que entre ((Donde «esto» es TVShows bajando los episodios a los que estoy «subscrito«, controlados desde TVForecast para tenerlo un poco controlado. Renombrados por TVRenamer.pl y que baja vía Torrent el Azureus, con subtítulos bajados con SubDownloader de OpenSubtitles.org y puestos en mi disco en red Synology DiskStaton DS-106j que comparte en red WiFi con XBMC (imágenes) en la XBox.)) esto ((Y esto está mucho más automatizado de lo que parece, increíblemente.)) y el PVR ((Siemens Gigaset M740AV de InOut.tv.)) mi televisión no se ha vuelto sino un visualizador de contenido. Me he vuelto totalmente independiente de horarios, publicidad o cadenas de televisión. Veo lo que quiero, cuando quiero siempre y cuando ya haya sido transmitido en algún sitio.

No te das cuenta cuánto habla la gente de publicidad y programas que supuestamente «no les gustan» hasta que dejas de «zapear«. De repente en la hora del café en la oficina no sabes de qué hablan. No sabes cuándo pasan los programas que el PVR graba solo y recibes tus noticias por Internet.

Definitivamente, si este no es el momento perfecto para definir un nuevo formato de distribución de contenido que beneficie a los usuarios entonces pasará y ya no habrá forma de rescatar la nueva mentalidad.

Como ya hemos comentado antes, los que venden y producen el contenido ((Con la intención de ganar dinero con ello, muy justificadamente.)) tienen que entender que la experiencia que ofrecen tiene que ser, por lo menos, tan buena como la que se puede obtener gratuitamente. Si no es que ni siquiera hay una batalla que librar. Cada vez más gente decide dar el paso al área de moral gris ((Y cada uno hacemos nuestras excepciones. Yo compro mis libros y mis DVDs, aunque baje mis series o películas no disponibles de otra manera. Otros ya no pagan por nada si puede evitarlo)) que implica bajarse los contenidos en vez de obtenerlos «legítimamente» ((Para un valor dado de «legítimo«.)) y evitar pagar por ellos.

Hoy hemos ido al OpenCor a comprar cositas para la comida y he visto el DVD de 300 ahí en la caja, mirándome con ojos invitadores. Mientras la mama miraba hacia otro lado lo he metido en la cuenta y la hemos visto esta tarde ((Eduo: «¿Cómo? ¿No lo habías visto? No, no. Ya lo teníamos desde hace tiempo. Claro que no lo acabo de comprar, ¿por quién me tomas?»)). Un día de estos que tenga un rato libre veré algo del segundo disco ((Itzel sabe que me gustan las ediciones especiales y ella misma me las escoje pero, como bien insiste, no se explica por qué si nunca tengo tiempo de ver los extras.))

((Imagen tomada de Amazon.co.uk, donde no son idiotas y no ponen la imagen real, llena como está de publicidad y carteles, aunque se puede ver en el concurso de Uruloki))

Lo importante es que al ir a abrir el DVD para ponerlo en el reproductor me ha llamado la atención ver que, cada vez más, el arte y la imagen de los DVDs está perdiéndose para dar lugar a algo que no me está gustando nada. Aquí hay una foto de mi DVD de 300, si no es obvio lo que choca con el diseño del disco haz clic para ver un cómodo acercamiento:

Pues sí. Esas criaturas que tanto estiman al consumidor. Que tanto intentan cuidar a los que obtienen de forma legítima su música, sus películas y sus series de televisión. Las grandes productoras una vez más presumen de mano izquierda y demuestran no entender cómo funciona el público, los mercados y la imagen.

¿A qué nos recuerdan los letreritos anti-piratería de estos DVDs? A esto:

((‘Su Tabaco, Gracias‘, ©Jorge Louzano Penalva, en Flickr))

No les basta con ponernos letreros antipiratería en toda la caja, en las contraportadas y en el vídeo mismo ((Siempre insistiré en la futilidad de poner una advertencia que sólo le saldrá a los que hagan las cosas como deben hacerse. Es como poner sistemas anti-copia en los juegos en que son hackeados por los piratas pero sufridos por los que han pagado por el software.)) sino que ahora la mitad del CD está llena de leyendas y avisos también dirigidas a un posible porcentaje de gente que pueda cobrar por reproducir el DVD.

Las productoras de DVDs han decidido que la mejor forma de hacer atractivo su producto es ponerle el mismo tipo de letreros que se asocian con el producto de peor imagen pública hasta ahora en el S.XXI. Los mismos letreros que la gente ha asociado con mensajes tipo «Este producto te puede matar» y «Este producto produce cáncer en los niños». La gente que hace este DVD ha decidido que les compensa afear todo su producto con tal de tener un pie legal con el cual intentar apoyarse por si algún día quieren perseguir a un chaval que alquile su DVD.

Y en esa reunión, donde estas lumbreras decidieron que esto era buena idea, no hubo nadie que levantara la mano y les recordara la razón que hemos estado usando durante años (y cada vez con menos credibilidad) los que seguimos comprando DVDs originales ((No es sorpresa que cada vez seamos menos.)).

Que alguien les recordara que la gente compra algo original (y con más razón una edición especial) porque quiere sentir que obtiene algo superior y que si la calidad continúa sacrificándose (no se nota, pero la impresión de este DVD está muy pixelada), que si continúan metiendo trailers en los DVDs que no se pueden saltar (irrelevantes a los 6 meses de fabricado el DVD), que si continúan INSULTANDO a los que pagan por sus productos no hacen sino quitarnos argumentos si algún día alguien nos pregunta por qué lo hacemos.

Y algún día, a este paso, dejaremos de hacerlo. Al menos usando torrents y mulas hay menos hipocresías de por medio.

Genial entrada y totalmente compartida en Medtempus hoy:

Medicinas Alternativas: Mi postura al respecto

Shora deja clara su postura ante la medicina alternativa y en los comentarios surgen varias ideas con diversos grados de tolerancia. Se toca el tema de la homeopatía regulada como «prueba» (para los creyentes en las medicinas alternativas) de que todas pueden ser igual de válidas.

He puesto un comentario allí, que reproduzco aquí, comentado.


Chochitos, ©Arely, en Flickr.La gente quiere creer. Cuando la medicina se volvió una ciencia inalcanzable para la gente «de a pié» y los doctores se convirtieron en unas figuras angelicales inalcanzables, con sus batas blancas, sus términos impronunciables, su caligrafía indescifrable, sus instrumentos que provocan respeto y miedo al mismo tiempo… Cuando pasó esto la gente descubrió que se habían desconectado de ellos y se habían vuelto indistinguibles de cualquier médico brujo y, de la misma forma, le pedían que creyera en lo que le decían.

Irónicamente, la misma fé ciega que piden los doctores es la esta gente profesa a cualquier tipo de «medicina alternativa». Si a final de cuentas lo que hace falta es fé (no deja de ser fé en el doctor y su título) pues fé hay para repartir y entre más cosas creas más probable es que alguna te funcione.

Para Juanita la del quinto vale tanto que su hija haya mejorado tomando metamucil como que su vecina del sexto haya mejorado tomando pastillas de homeopatía como que su cuñada haya olido unas flores como que su suegro haya puesto unas velas y unos inciensos junto con una foto de Maria Conchita Alonso para curarse de la mala suerte.

Para creer en la medicina se requiere la misma infraestructura mental que para ser ateo precisamente porque para ser religioso se requiere fé ciega en la magia y para la mayoría de la gente la medicina actual (igual que la ciencia moderna) es indistinguible de la magia ((Con perdones a Arthur C. Clarke.)). En ambos casos es fé, pero en el primero lo es en casos comprobables, medibles y repetibles, mientras que el segundo es fé en que nuestras ideas, deseos y prejuicios sean ciertos ((Tenemos el prejuicio de que los gitanos, los negros, los latinos saben brujería; el prejuicio de que si es natural es mejor, aunque el arsénico y el curare lo sean; el prejuicio de que lo que ha aliviado a alguien es el masticar las hojas de ruda mientras mete los pies en agua caliente con vinagre, de las treinta cosas que ha tomado. Tenemos el prejuicio de que las grandes farmacéuticas sólo quieren dinero y sólo quieren mantenernos enfermos.)).

El mayor daño que ha hecho a la lucha entre la medicina «formal» y las «alternativas» ha sido probablemente el reconocimiento de la Homeopatía como una medicina ((Cuando no es mas que charlatanería indistinguible de un muy lucrativo efecto placebo.)). La historia de la homeopatía deja claro que es considerado medicina por mezquindad, neopotismo, prejuicios y política. El reconocimiento de la homeopatía como una rama de la medicina real validó lo que mucha gente, erróneamente, sospechaba: Que la medicina alópata conspira para mantener fuera las medicinas alternativas, todas ellas menos intrusivas, agresivas y más efectivas. Una vez «validada» oficialmente la homeopatía entonces «quién te dice que las otras no son ciertas también?«.

Cada vez que se encuentra un grano de verdad entre la locura (digitalina, aspirina, penicilina) se vuelve una razón más para que los «creyentes» puedan seguir creyendo. Se vuelve una «prueba» que les permite continuar creyendo en cosas que les piden, por necesidad, que no exijan pruebas de su eficacia.

Medicina, ©Maurovox, en FlickrLa homeopatía y otras medicinas alternativas es a la medicina lo que la astrología a la astronomía. La única diferencia para la gente normal es cuanta fé pone en los conocimientos aprendidos por la humanidad sobre aquellos «intuidos» y transmitidos de manera informal. De la misma forma que para los creyentes en la astrología el que la luna provoque mareas es suficiente prueba de que los astros rigen nuestro destino, para los creyentes en las medicinas alternativas el descubrimiento de alguna base real dentro de una sola de ellas es suficiente para creer en todas.

Brujería de la abuela, ©Mocosito, en FlickrAl igual que la lucha del ateísmo vs. la religión ((Y esta es una discusión en la que no soy tan estúpido como para entrar así sin mas.)), esta es una discusión que jamás terminará. No es casualidad que la gente que más defiende las medicinas alternativas es la más religiosa también. Con frecuencia también es la que más cree en brujería y supersticiones ((En México y Venezuela esto es tan común que es imposible no encontrar ideas religiosas entretejidas entre ideas tan contrarias como el Esenios, los Reiki o Programación Neurolingüística.)).

Esto no es casualidad. Hay gente que tiene la propensión natural a creer, la necesidad de saber que hay más ahí de lo que ve porque creer en eso significa poder creer en que estamos aquí por razones que no podemos ver, pero que le dan sentido a nuestra vida ((Esto sin contar conque hay gente que piensa que no creer es ser menos «espiritual», lo cual es falso pero difícil de explicar.)).

El problema, la discusión y la confusión seguirán existiendo mientras metamos en el mismo saco la medicina científica o alopática (Aspirina), la medicina tradicional (leche caliente antes de dormir), la medicina alternativa (flores de bach, homeopatía) y lo que yo no puedo calificar más que como brujería medicinal (pasate un huevo de gallina todos los días por los riñones y dejarás de tener cagalera). Al tratarlos como diferentes variedades del mismo tema los ponemos al mismo nivel y caemos en la misma trampa en la que cayeron los científicos que ahora se ven defendiendo la evolución contra el creacionismo como si fueran dos teorías científicas de lo mismo ((La mayor ironía aquí es que los creacionistas, entre sus argumentos, usan el de no querer entender lo que el término «teoría» significa e insistir que la evolución, al no ser mas que una teoría, no puede considerarse probada.)).

Cuando surge la discusión sobre los blogs y su utilidad la gente sólo ve el lado serio. Discute de si son una competencia para los medios informativos tradicionales o que si es el triunfo del aficionado sobre el profesional.

Esta discusión no tiene sentido por muchas razones que no se si tiene sentido tocar; en parte porque pienso que es una discusión dónde los blogs más vocales del tema suelen perder toda seriedad, respeto y sentido común precisamente cuando defienden tenerlos.

Hay ciertas cosas, aun así, que jamás se le podrán negar a los blogs y una de ellas es la diversidad de temas, formatos y escritores que ofrecen. Este es para mí su gran fuerte y uno de los temas menos tocados, tal vez porque es más fácil defender lo que haces si tienes algún enemigo que al atacar te defina.

Como medio informativo los blogs son generalmente, y con perdón de los absolutistas, una red de repetidores. No generan noticias ni información pero si la transmiten. La cantidad de contenido original es poca y con frecuencia se ignora a cambio de la trivia del día o el vídeo de la semana.

No son un mejor medio informativo que un periódico o un noticiero de televisión, sólo uno diferente. Uno más eficiente en ciertas situaciones porque puede cubrir más mundo en menos tiempo. La mayor parte de las noticias reales en los blogs vienen precisamente de medios informativos tradicionales y los blogs mismos ayudan a distribuir esta información de forma más eficaz e indiscriminada. Hasta los medios tradicionales reconocen esta situación y canales de televisión, periódicos y cadenas de radio están incorporando ideas de los blogs en su propio modelo.

Cuando se discuten las bondades de los blogs esas son las avenidas en las que los argumentos se atropellan y por su culpa no es fácil ver sus aportaciones menos obvias.

Pero los blogs son otras cosas también. Son el triunfo de la trivia y del conocimiento especializado. Son la posibilidad de que hasta la persona más humilde pueda compartir aquel par de cosas en que es experto. Aquello de lo que sólo sus familiares y amigos cercanos se beneficiarían hace sólo una generación ahora pueden aprovecharlo cientos o miles de personas. Si tienes algo que compartir puedes poner un blog y no importará tu raza o edad. Si tienes algo que decir hay miles de personas esperando para leerlo.

Hoy en día estoy aprovechando todo este océano de especialidades y experiencias añadiendo a mis feeds varios blogs que tratan sobre paternidad, bebés, cuidados y demás. Uno más de los ejemplos de cómo cambian tus intereses y gustos al saber que se te viene familia nueva a casa. Hay una nueva categoría en mi lector de RSS que se llama «Babying» con media docena o así de blogs que he ido recopilando y había estado manteniendo en «misc». Está claro que la parte fácil de tener un hijo fue hace seis meses pero el haber encontrado tantos sitios realmente interesantes sobre un tema menos típico me ha hecho pensar en la futilidad de discutir sobre si los blogs reemplazan a los medios tradicionales cuando me ha parecido perfectamente obvio que los complementan.