En esta semana varias personas, gente cuya opinión valoro enormemente, me han comentado que hace más de un mes que no actualizo.

He estado revisando lo que he puesto este año y veo que ha ido cambiando. Prácticamente no he metido entradas cortas y casi no han redireccionado a otros sitios. Los enlaces han sido pocos y espaciados donde antes eran la única constante.

Twitter en parte es culpable. Las ansias de escribir ideas cortas o de reenviar enlaces se me van por ahí, usualmente con respuestas inmediatas. Cuando me encuentro algo interesante en Google Reader lo comparto directamente ((Si usas Google Reader y quieres que te lleguen las entradas que comparto no dudes en añadirme o subscribirte. Mis contactos aquí.)).

Ilse, claro, es el otro factor. De repente he pasado a tener poco más de dos horas de tiempo libre al día, en total y en segmentos discontinuos. Y eso que por lo visto es una niña tranquila, no quiero imaginar lo que tener un hijo de esos de los que no paran de llorar, patalear y estar incómodos tiene que ser. Tengo amigos que se asombran de que podamos dormir cinco horas seguidas todas las noches o de que la nena no llore todo el tiempo que está despierta ((Y yo, en silencio, doy gracias.)).

Es, precisamente, la llegada de Ilse, lo que probablemente esté haciendo que no haga entradas que no sean realmente personales (opiniones, ideas o comentarios). Compartir en twitter o compartir por Google reader es rápido, efectivo e inmediato.

Así pues, no se qué hacer.

Hoy (y a esta hora exacta) cumple un mes Ilse y apenas me siento con el valor de escribir algo al respecto ((En el título pongo por hacer la tontería algo que no es cierto. Desde el 4 de Diciembre esto se ha vuelto la Tiranía Ilsecentrista de su casa, pero nosotros como los de Fidel, felices estamos de dejarnos la vida por nuestra mandataria.)) pero si no es ahora ya no será ((Así pues he escrito todo esto del tirón y sólo le he dado un repaso después para agregar los enlaces de las fotos. Lo que hay es lo que salió así que pido paciencia si se lee fatal.)).

Poco he comentado aquí sobre el embarazo desde aquella entrada en Marzo del año pasado, aunque había pensado hacerlo. Supongo que la razón es que en parte nunca terminas de creértelo y en parte no quieres hacer eso que en México se llama «echar la sal» (y en España «Gafarlo»). Lo único que tienes presente es que no sabes más que lo que lees y lo que te cuentan y que todo se contradice con todo lo demás. Consejos, sugerencias, tradiciones, supersticiones vienen todo el tiempo y tienes que estar todo el tiempo pendiente no vaya a ser que tomas la decisión equivocada ((La gente no escéptica supongo que lo tiene más fácil porque sólo es cosa de hacer todo lo que te dicen y si algo sale mal le echas la culpa al destino, a Dios o un trabajo de brujería.)).

Obviamente quieres hacer lo mejor. Quieres ser el mejor padre. Y empiezas a documentarte ((Porque no quieres aceptar que al final lo que sepas será por experiencia vivida y no por otra cosa.)) y ves que unos recomiendan lo que otros califican como traumático y cuando pides opinión todos te contestan con implicaciones de autocomplacencia qué debes hacer y qué no ((De nuevo, contradiciéndose entre sí y pensando cada uno que porque ha escogido una idea significa que es la única correcta.)). Llega un momento en el que quieres callarles a todos y te haces tu propios cimientos mentales que, aunque seguramente inadecuados, te permiten atacar la situación sin que te tiemblen las piernas y se te casque la voz. Descubres que todos y cada uno de esos está igual de perdido y con el mismo pánico pero que han aprendido que el truco es apechugar, tomar un camino y hacer cómo si se supiera que es el correcto. Y haces lo mismo, claro.

Ahora que ya está aquí el acojone se ha multiplicado por 10 y está templado sólo por lo obnubilado que nos tiene la niña. No es raro descubrirnos el uno al otro pasando largos ratos mirándola sin más, sin terminar de creernos que esta personita bonsai ha llegado y pensando, en silencio, que ninguna explicación biológica de flores y abejas puede realmente expresar la irracional sensación que te provoca verla en carne y hueso ((Ninguno de los cuales, te consta, existía hace un año.)). Es fácil entender como surgen las religiones al ver lo que sientes y lo poco que te sirve la ciencia para ponerlo en palabras que lo expresen adecuadamente.

La naturaleza es sabia y nos mantiene dopados para evitarnos intuir la vida que se nos abalanza y que de vez en cuando se insinúa en cositas menores como una ropa que dura una sola puesta, un pack de 27 pañales que se van en tres días o pasarte la noche en vela porque sientes que la criatura no duerme bien.

Por el momento no es más que un bultito de carne blanda que sólo sabe cagar, comer, dormir y llorar. Eso sí, para cuatro cosas que hace las hace de maravilla. Cambia de cara cada día y seguimos teniendo problemas para entender que el llanto es igual de desgarrador por tener un dolor descomunal que por tener un pedete de nada. Un viaje a urgencias la primera noche nos curó de susto y nos obliga cada vez a mantener la perspectiva de la situación.

Una advertencia a los futuros padres: Tomad todo lo que os dicen con un poco de escepticismo. Mucho de lo que os dicen son exageraciones desproporcionadas mientras que en otras cosas se quedan cortos (la frecuencia de despertares para comer o de pañales a cambiar, por ejemplo). Muchas trivialidades os las repetirán sin ser necesario pero otras (como que los recién nacidos son máquinas de tirarse pedos, por ejemplo) nadie las menciona. Y si sois aprensivos no os preocupéis, que se os va a quitar rapidito. Ah, y tendréis vosotros, vuestra ropa, vuestros muebles y vuestra casa ese olorcillo ligeramente ácido que sólo viene de tener a alguien constantemente bebiendo leche con tendencia a tirarse pedos en casa. Ese el olor con el que los nuevos padres nos reconocemos entre nosotros.

Eso sí, como concesión a los que están en contacto, desde que nació he intentado mantener actualizado con nuevas fotos el álbum en Flickr, aunque más de uno me ha pegado un par de gritos por enterarse por casualidad entrando ahí y no por mi boca.

Bienvenida a casa, Ilse. Gracias por escogernos.

Victoria!

Nos tienes enamorados.

Entre esos sitios que reseñan cochecitos, cunas, ositos y biberones que estos días parecen plagar mi RSS he encontrado uno que todos los días me provoca una sonrisa y uno que recomiendo a todos: «Because I Said So» de Dawn Meehan.

La historia de Dawn es simpática y un ejemplo de cómo los blogs ayudan a que un talento sea disfrutado por mucha más gente de lo que hubiera sido en el pasado: En Marzo de 2005 Dawn creó una subasta en eBay para vender una pelota de baseball usada. Esta pelota probablemente no hubiera sido gran cosa en sí misma pero Dawn escribió una genial recapitulación de los eventos que la llevaron a vender la pelota, contando de paso parte de su vida como madre de sus entonces cinco niños (ahora son seis). 220,000 personas visitaron la subasta y la pelota se vendió por $1,125.00.

La historia de esa pelota de baseball se volvió su primera entrada e introducción dos años después, cuando la gente la convenció de que siguiera compartiendo sus historias. Estos días Dawn recibe más de 100,000 visitas diarias de más de 70 países y aunque durante un tiempo siguió creando subastas ahora ya no tiene la necesidad, habiendo recibido ofertas para escribir en programas de televisión, revistas y libros.

Aquellos que la hemos descubierto hace poco tenemos el gusto de tener varias entradas suyas y una más cada día para disfrutar, y esperamos que siga escribiendo todos los días algo, aunque estemos en cola para comprar su libro si alguna vez decide sacarlo.

Como abrebocas, una versión en español de sus diez veinte frases que nunca pensó que diría (funcionan mucho mejor en el inglés original, claro, y si se imaginan con la voz de una madre, de seis, después de todo un día de trasiego, mejor):

  1. No te eches chocolate en los pantalones.
  2. ¿Por qué tiraste los Legos en el báter?
  3. Sácate la salchicha de la nariz.
  4. ¿Dónde está el pelo de tu hermana y por qué llevas esas tijeras?
  5. ¿Cómo fue a parar la mantequilla en la moqueta?
  6. No, cariño, incluso con los pijamas de Superman no puedes volar.
  7. ¿Es miel eso que llevas en el pelo?
  8. ¡No puedes ir a la tienda en ropa interior y botas de goma!
  9. No. Los peces no se toman baños. ¿Por qué lo preguntas?
  10. ¿Por qué está el perro lleno de Yoghurt?
  11. ¿Y ese pato de dónde salió?
  12. ¿Por qué has puesto a tu hermano en la nevera?
  13. ¡Suelta esa ardilla!
  14. ¿Por qué están los pepinillos de color rosa?
  15. ¿Es la cuerda de la ropa lo que está atado al techo del garage?
  16. No. El perro no quiere ponerse el sombrero de vaquero.
  17. ¡No se patina sobre yoghurt por la cocina!
  18. Ataste tu cinturón al ventilador del techo, ¿por qué?
  19. ¡Es una salchicha fosilizada!
  20. ¡Porque lo digo yo!

La mayoría de estas líneas tiene una historia detrás y recomiendo pasearse el blog y subscribirse o leer las entradas antiguas. Tanto a los futuros padres como a aquellos con ganas de reir de vez en cuando con las historias.

NOTA: Originalmente este post y otro eran uno sólo, pero quedaba innecesariamente rebuscado. Aún ahora lo está, pero menos.

(widget cortesía de Babystrology, bastante mejor que su feto en 3D)
Al momento de escribir esto, al menos.

Me pregunto en qué momento deberíamos empezar a preocuparnos de no tener ningún nombre pensado.

Al menos hemos descartado Leia, Inara, Six, Perséfone, Aracne, Penny, Evie y Frida-Sofía, lo cual es un avance y habla bastante de lo difícil que será encontrar un punto medio. Esos libros de «50 mil nombres para tu bebé» sólo confunden más.

¿Alguien tiene sugerencias que podamos descartar? Necesitamos encontrar algo que no se nos hubiera ocurrido a ninguno de los dos para ver si así podemos llegar a un acuerdo. Por el momento seguirá siendo «Bump«.

Te sorprendes cuánto has aprendido a depende de Google cuando de repente refrescas en Google Reader y resulta que no funciona.

google_out.png

En mi caso ha significado una hora de actualizar mi perfil en Facebook, buscar Cochecito, Cuna y Cambiador en Segundamano (me pregunto si algún día eBay logrará en España la masa crítica que tiene en otros sitios); votar por un par o tres Mojizus en batalla y, finalmente y ya por eliminación, trabajar un poco.

Continuando con la temática que me ocupa estos días seguimos pensando en qué muebles comprar para el cuarto de visitas y el de la beba.

Parece obvio que el cuarto de visitas tendrá algún tipo de transformer que provea suficientes camas para una de esas invasiones de emergencia que la familia cultiva como hobby de la tribu pero la ausencia de paredes en el cuarto de visitas (es una larga historia) hace que la típica cama abatible a la pared sea inviable.

Es una lástima, realmente, porque hay algunas por ahí muy chulas y originales:

También consideramos sofás-cama pero al ser una habitación de visitas pensamos que el énfasis no debía ser en un sofá tradicional, aunque por supuesto también encontramos carísimas opciones que queríamos comprar sólo por la originalidad:


Como no podía ser menos, el sofá convertible en literas cuesta la friolera de 6 mil dólares.

Supongo que al final nos conformaremos con un diván convertible en camas, que bien adornados los hay muy cucos. Por el momento nos estamos decantando por el blanco de Ikea, con la posibilidad de incluir los armarios de alrededor (no visibles en la foto):


Si alguien tiene sugerencias se aceptan felizmente. No logro encontrar resultados atractivos en Internet aparte de los de Ikea, pero estoy seguro que hay más. Decofinder, a pesar de su prometedor nombre, deja bastante que desear.

El fin de semana, mi espalda lo atestigua, finalmente hemos movido todos los muebles del cuarto de visitas y del «Chill» a la terraza. Ahora toca pensar que hacemos con esto.

A ver, debería explicar…

A esta casa llegamos hace tres años. La alquilé justo antes de casarme y de que Itzel se viniera a vivir así que pareció buena idea en el momento alquilarla con muebles.

Al año fue claro que los muebles y la distribución no eran los ideales pero mudarnos era impensable y el casero dejó claro lo que pensaba de nuestra idea de cambiar los muebles: «Por mí haced lo que querráis, pero ahí habían tres sofás y cuando os vayais habrán tres sofás».

La solución fue deshabilitar uno de los dos cuartos adicionales y utilizarlo de trastero. Este paso a conocerse como «El Chill» (por unas cortinas que pusimos separándolo) y en él vivieron por casi dos años 3 sofás, dos mesas, 3 sillones e incontables cuadros, jarrones, cajas y cojines.

Desde que supimos que estábamos embarazados supimos que esta configuración tendría que irse, pero los problemas no habían cambiado, se habían incrementado. La condición de mantener los muebles permanecía.

Al haber pasado el segundo trimestre quedó claro que no podíamos posponer más y con la excusa de saber que probablemente sea niña decidimos reorganizar esto.

Uno de los sofás; roto, raído y color amarillo mostaza vieja; se va directamente al contenedor de muebles cuando venga por la calle. Todos los demás muebles han encontrado un nuevo hogar en la terraza, en dos grandes montañas cubiertas con esos plásticos azules que usan los trailers y un buen montón de cuerda y todos los nudos de boy-scout que he podido recordar.

Tengo que montar fotos, porque es difícil de explicar. Ahora mismo mi terraza parece una construcción abandonada por vacaciones.

El punto es que ahora tenemos dos cuartos libres. Uno de ellos será el cuarto de la nena y el otro lo más parecido a un cuarto de visitas. Ahora toca pensar en muebles.

Y pensar en nuevos muebles no es fácil para alguien con la capacidad de distracción de un pez dorado… Todo lo quiero y no puedo evitar fijarme en lo brillante (o, en este caso, lo caro).

Y bueno, es el primer hijo. Nunca tienes idea, siempre quieres lo mejor e invariablemente compras de más. Eso me dicen y me lo creo porque casi tenía la tarjeta de crédito lista el otro día para comprar cuatro cunas juntas.

Va a ser entretenido.

Cualquier sugerencia es bienvenida… No tengo ni idea qué hacer con esos dos espacios.