Genial entrada y totalmente compartida en Medtempus hoy:
Medicinas Alternativas: Mi postura al respecto
Shora deja clara su postura ante la medicina alternativa y en los comentarios surgen varias ideas con diversos grados de tolerancia. Se toca el tema de la homeopatía regulada como «prueba» (para los creyentes en las medicinas alternativas) de que todas pueden ser igual de válidas.
He puesto un comentario allí, que reproduzco aquí, comentado.
La gente quiere creer. Cuando la medicina se volvió una ciencia inalcanzable para la gente «de a pié» y los doctores se convirtieron en unas figuras angelicales inalcanzables, con sus batas blancas, sus términos impronunciables, su caligrafía indescifrable, sus instrumentos que provocan respeto y miedo al mismo tiempo… Cuando pasó esto la gente descubrió que se habían desconectado de ellos y se habían vuelto indistinguibles de cualquier médico brujo y, de la misma forma, le pedían que creyera en lo que le decían.
Irónicamente, la misma fé ciega que piden los doctores es la esta gente profesa a cualquier tipo de «medicina alternativa». Si a final de cuentas lo que hace falta es fé (no deja de ser fé en el doctor y su título) pues fé hay para repartir y entre más cosas creas más probable es que alguna te funcione.
Para Juanita la del quinto vale tanto que su hija haya mejorado tomando metamucil como que su vecina del sexto haya mejorado tomando pastillas de homeopatía como que su cuñada haya olido unas flores como que su suegro haya puesto unas velas y unos inciensos junto con una foto de Maria Conchita Alonso para curarse de la mala suerte.
Para creer en la medicina se requiere la misma infraestructura mental que para ser ateo precisamente porque para ser religioso se requiere fé ciega en la magia y para la mayoría de la gente la medicina actual (igual que la ciencia moderna) es indistinguible de la magia ((Con perdones a Arthur C. Clarke.)). En ambos casos es fé, pero en el primero lo es en casos comprobables, medibles y repetibles, mientras que el segundo es fé en que nuestras ideas, deseos y prejuicios sean ciertos ((Tenemos el prejuicio de que los gitanos, los negros, los latinos saben brujería; el prejuicio de que si es natural es mejor, aunque el arsénico y el curare lo sean; el prejuicio de que lo que ha aliviado a alguien es el masticar las hojas de ruda mientras mete los pies en agua caliente con vinagre, de las treinta cosas que ha tomado. Tenemos el prejuicio de que las grandes farmacéuticas sólo quieren dinero y sólo quieren mantenernos enfermos.)).
El mayor daño que ha hecho a la lucha entre la medicina «formal» y las «alternativas» ha sido probablemente el reconocimiento de la Homeopatía como una medicina ((Cuando no es mas que charlatanería indistinguible de un muy lucrativo efecto placebo.)). La historia de la homeopatía deja claro que es considerado medicina por mezquindad, neopotismo, prejuicios y política. El reconocimiento de la homeopatía como una rama de la medicina real validó lo que mucha gente, erróneamente, sospechaba: Que la medicina alópata conspira para mantener fuera las medicinas alternativas, todas ellas menos intrusivas, agresivas y más efectivas. Una vez «validada» oficialmente la homeopatía entonces «quién te dice que las otras no son ciertas también?«.
Cada vez que se encuentra un grano de verdad entre la locura (digitalina, aspirina, penicilina) se vuelve una razón más para que los «creyentes» puedan seguir creyendo. Se vuelve una «prueba» que les permite continuar creyendo en cosas que les piden, por necesidad, que no exijan pruebas de su eficacia.
La homeopatía y otras medicinas alternativas es a la medicina lo que la astrología a la astronomía. La única diferencia para la gente normal es cuanta fé pone en los conocimientos aprendidos por la humanidad sobre aquellos «intuidos» y transmitidos de manera informal. De la misma forma que para los creyentes en la astrología el que la luna provoque mareas es suficiente prueba de que los astros rigen nuestro destino, para los creyentes en las medicinas alternativas el descubrimiento de alguna base real dentro de una sola de ellas es suficiente para creer en todas.
Al igual que la lucha del ateísmo vs. la religión ((Y esta es una discusión en la que no soy tan estúpido como para entrar así sin mas.)), esta es una discusión que jamás terminará. No es casualidad que la gente que más defiende las medicinas alternativas es la más religiosa también. Con frecuencia también es la que más cree en brujería y supersticiones ((En México y Venezuela esto es tan común que es imposible no encontrar ideas religiosas entretejidas entre ideas tan contrarias como el Esenios, los Reiki o Programación Neurolingüística.)).
Esto no es casualidad. Hay gente que tiene la propensión natural a creer, la necesidad de saber que hay más ahí de lo que ve porque creer en eso significa poder creer en que estamos aquí por razones que no podemos ver, pero que le dan sentido a nuestra vida ((Esto sin contar conque hay gente que piensa que no creer es ser menos «espiritual», lo cual es falso pero difícil de explicar.)).
El problema, la discusión y la confusión seguirán existiendo mientras metamos en el mismo saco la medicina científica o alopática (Aspirina), la medicina tradicional (leche caliente antes de dormir), la medicina alternativa (flores de bach, homeopatía) y lo que yo no puedo calificar más que como brujería medicinal (pasate un huevo de gallina todos los días por los riñones y dejarás de tener cagalera). Al tratarlos como diferentes variedades del mismo tema los ponemos al mismo nivel y caemos en la misma trampa en la que cayeron los científicos que ahora se ven defendiendo la evolución contra el creacionismo como si fueran dos teorías científicas de lo mismo ((La mayor ironía aquí es que los creacionistas, entre sus argumentos, usan el de no querer entender lo que el término «teoría» significa e insistir que la evolución, al no ser mas que una teoría, no puede considerarse probada.)).