10 razones para prohibir dispositivos electrónicos a los niños

En la película de Los Croods el padre de la familia de cavernícolas tiene una frase que repite constantemente durante la misma:

“El miedo es bueno. El cambio es malo. Lo nuevo siempre es malo. Nunca no tengas miedo. Nunca dejes la cueva”

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La película, obviamente, va de que nuestros miedos y prejuicios personales nos mantienen en un sitio seguro, pero estático. No nos permiten evolucionar.

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Cada vez que algo ha modificado el comportamiento de los niños con respecto a como lo recuerdan sus padres ha recibido opiniones que insisten en que es malo, debería prohibirse y limitarse. Pasó con la TV, los juegos de rol, las consolas de videojuegos, los cómics. Incluso hay artículos por ahí del S.XIX que muestran cómo los profesores de la época se quejan de que se estaba perdiendo la sana costumbre de escribir en pizarras en los estudiantes y cómo esto es de lo peor que puede pasar para su desarrollo.

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Hoy veo compartido en varios sitios la traducción (que además es especialmente mala y manipulativa) que ha hecho la Fundación PROTEGER de un artículo de Cris Rowan en el Huffington Post y me deprime enormemente porque alimenta ese demencial prejuicio y miedo que tenemos todos los humanos a lo que no conocemos de la peor forma posible: Intentando hacer como que no existe, prohibiendo y bloqueando el acceso al mismo.

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El artículo lista una serie de “peligros” por el uso actual de la tecnología (considera “abuso” lo que hoy en día se ve como “uso normal”, así que no haré distinción entre los términos) y está escrito por una Pediatra dedicada a la terapia ocupacional, de acuerdo a la firma.

A mis ojos, este post tiene varios puntos discutibles.

Un problema principal es que lista un montón de correlaciones como si fuesen causa y efecto. En el fondo esto es lo que hará que el artículo sea muy compartido y un montón de gente esté muy de acuerdo con él: Nos asegura que la “culpa” de todo lo supuestamente malo está otros que no somos nosotros (los padres) y de prometernos que la “solución” está en nuestras manos, prohibiendo. Esto tiene el efecto simultáneo de desinformar, manipular y propiciar la continuada ignorancia de lo que hay de fondo, ayudándonos además a mantener una posición de superioridad moral sin tener más que hacer que ponernos a prohibir (que no nos cuesta trabajo y nos hace sentir bien).

Sin entrar en los puntos individuales, el resumen de todo es que este artículo refleja cómo los padres hemos ido subcontratando a otras personas, traspasando nuestra responsabilidad a profesores y médicos, la educación y cría de nuestros hijos. Esto nos evita tener que enfrentarnos a la responsabilidad y sentirnos buenos padres reclamando a otros cuando sale mal.

El resultado obvio de no dedicar tiempo para entender el mundo en el que se crían nuestros niños debería ser intentar hacerlo, pero termina siendo prohibirlo. “Si no te diviertes y socializas de la forma que yo lo espero, lo estás haciendo mal”.

El problema al que nos enfrentamos no es que haya mucha tecnología, una posible “demencia digital” (me asombra que alguien se tome en serio el artículo después de leer esto) o que los móviles puedan provocar obesidad (de nuevo, confundir correlación con causalidad). El problema al que nos enfrentamos es que la gente que hoy quiere prohibir la tecnología no la comprende ella misma y no sabe como integrarla en su vida (en la de sus hijos ha estado integrada siempre); por lo tanto o ignora su existencia o busca prohibirla, ambas formas de hacer que el problema desaparezca.

Ignorar la presencia de la tecnología en nuestras vidas provoca un distanciamiento con quienes la aceptan y abrazan. Tras una decisión así nos encontramos con que no nos gusta el distanciamiento que produce pero no nos atrevemos a achacar como culpable a la decisión que hemos tomado de mantenernos diferentes y el resultado es abrazar artículos como este que nos convencen que el problema no somos nosotros.

La “solución” al problema es difícil porque no es cómoda. El primer paso es reconocer que el problema lo tenemos nosotros y el segundo es trabajar para tratar de minimizar esa distancia y desconocimiento del sitio en el que se encuentra ya la humanidad del futuro.

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La alternativa, obviamente, es aceptar que el mundo se mueve hacia adelante y que hemos decidido bajarnos del tren y quedarnos atrás. Es una decisión válida, pero no puede ir acomppañada de miedo y resentimiento sino de aceptación propia y hacia los demás.

No quería comentar los puntos individualmente pero sí tocar tres ideas generales, que reflejan varias facetas del problema real que veo detrás del artículo y de quien lo comparte estando de acuerdo con él.

1.-“La tecnología omnipresente en los últimos 10 años está haciendo estragos en el desarrollo de los niños”: Hay aquí un punto esencial que tira toda la credibilidad de algo como esto por los suelos (así como muchas otras modas que van surgiendo y desapareciendo sobre cómo criar y educar): No es posible afirmar categóricamente el efecto de algo en la sociedad/humanidad hasta que no ha sucedido. Cuando alguien te dice que un niño criado con smartphones al ser adulto sería menos capaz en cualquier cosa de otro que no lo haya sido están, literalmente, mintiéndote. Te miente porque no hay aún ningún adulto que se haya criado desde pequeño con smartphones, que conocemos en su forma actual desde hace apenas 7 años, en nuestra sociedad. Cuando las modas educativas cambian más rápido de lo que toma a los niños sobre los que se practican en volverse adultos, lo que vemos son proyecciones de quienes las postulan. Esto nos lleva al siguiente punto:

2.-La comunidad “médica” no está exenta de prejuicios, ignorancia y manipulación: De la misma forma que farmacéuticos y médicos promocionan y venden homeopatía como si fuese medicina real y ni siquiera parpadean al hacerlo, la comunidad médica (como la científica) no está exenta de los miedos, prejuicios y amoralidad que tan parte la humanidad son. Es perfectamente posible para un doctor inventarse toda una teoría que no sea sino una proyección de sus prejuicios o de su terror a volverse obsoleto y presentarla de forma que parezca perfectamente lógica.

En el artículo se comenta que se ha multiplicado la cantidad de casos médicos reportados de enfermedades que no existían hace veinte años y del diagnóstico de medicinas (Ritalin, Adderall) que no eran necesarias hace dos generaciones. Al poner algo así las alarmas deberían saltar inmediatamente a quien lee y cuestionarse si no será que el problema no es que haya más casos sino de lo que está provocando que más doctores diagnostiquen una enfermedad que se ha vuelto un comodín para minimizar el trabajo de padres y doctores?

Al fin y al cabo, de la misma forma que si alguien de urgencias te ve muy insistente te diagnosticará algo trivial y te dará una “medicina” inocua para que no vuelvas por lo mismo, un doctor listo sabe cuando si le dice a un paciente “no es nada” este puede decidir cambiar de doctor por otro que esté dispuesto a diagnosticarle algo. Algo similar sucede con muchos farmacéuticos que reconocen el valor de *siempre* venderle algo a quien decide ir hasta la farmacia.

Cuando lees que el problema de que haya más chicos con desórdenes de atención diagnosticados y bajo más medicación que nunca antes, vale la pena considerar que la primera razón de esto es que hay más doctores que lo diagnostican y más compañías farmacéuticas felices vendiéndolos. Preguntarse si no es posible que haya una considerable cantidad de factores de otro tipo ahí sería sano.

Hay pistas a esto en el artículo, que incomprensiblemente se tratan como “pruebas”. Por ejemplo: “Uno de cada seis niños canadienses tienen una enfermedad mental diagnosticada y están sometidos a medicación psicotrópica riesgosa” no indica que esto deba ser una preocupación tan grande en lo que dice como en lo que implica: Que hay muchísimo diagnóstico de un tema no trivial, con medicamentos que alteran la personalidad, y que debería ser mucho más investigado y controlado.

3.-La ignorancia científica como herramienta de terror: El post hace algo imperdonable y lo que en el fondo me ha hecho escribir este churro gigantesco: Cita las famosas listas 2A y 2B de posibles/probables carcinógenos de la Organización Mundial de la Salud en la que esán metidos los teléfonos móviles (está en la 2B, pero hay gente citada que pide que se pasen a la 2A). No indica que la presencia en estas listas por definición solo puede darse cuando *no existen pruebas fehacientes* que confirmen una relación entre el cáncer y lo que las listas incluyen.

Las listas IARC 2A y 2B de carcinógenos de la OMS representan, sobresimplificando, las cosas que se han reportado muchas veces como posibles carcinógenos. La distinción entre 2A y 2B lo que refleja es la cantidad de atención que uno u otro tienen.

Para dar algo de perspectiva sobre estas listas basta recordar que en la lista 2B se encuentran el café, el talco para el culo de los bebés y los batidos de vainilla del McDonald’s; mientras que en la lista 2A se encuentran el Mate argentino, ser peluquero o trabajar en turnos nocturnos.

En ambos casos, las listas están para documentar que hay reportes que dicen asociar el cáncer con estas cosas, pero no hay estudios concluyentes que lo avalen. Las listas además no son simples listas de cosas sino que requieren ciertas cantidades de exposición y concentración para incluso tener ese estado indeterminado de posible/probable carcinogénesis.

Lo imperdonable, algo que vemos también entre anti-evolucionistas cuando malinterpretan el término “teoría” confundiendo el uso coloquial con el científico, es no explicar que “probable” y “posible” son términos científicos para definir incertidumbre, no lo contrario. “Posible” significa “no se ha demostrado lo contrario” y “probable” significa “no se ha demostrado lo contrario, pero hay que asegurarse”. Cuesta mucho que la ciencia haga una afirmación categórica de “esto NO puede tener efecto” porque simultáneamente es consciente de la vastedad del universo y desventajosamente honesta, optando por usar términos precisos que luego pueden ser fácilmente manipulables de forma coloquial. Un problema de escrúpulos que no tiene la gente que escribe cosas como esta.

Para entender el matiz recordemos que la lista 4 son “productos probablemente no carcinogénicos para los humanos” y contiene *UN* solo elemento. Solo la lista 1 tiene elementos clasificados como “carcinogénicos”. Ahí aparecen el fumar, el humo del tabaco, el asbesto, etc.

En el fondo, la mejor forma de que los niños se desarrollen bien es simplemente dejarles ser niños. Propiciar un entorno en el que puedan jugar de varias formas y asegurarse de mantenerles expuestos a lo que su generación considera normal es mucho más sano que mantenerles en el salón de casa, no permitirles interactuar por su cuenta con más gente, pero no permitirles abstraerse con lo poco que tienen disponible a su mano. Tenemos que entender que es una generación que será diferente a nosotros y de la misma forma que hoy nos parecen ridículas muchas de las ideas de nuestros padres al educarnos, las nuestras lo son también y es nuestra responsabilidad tener esto siempre presente.

Nuestra responsabilidad es darle a ellos la forma de que encuentren su desarrollo y esto se logra a través de abrir puertas, no cerrarlas. Si un niño con posibilidad de hacer mil cosas elige usar un ordenador o un tablet entonces es que eso es lo que les gusta. Nuestra incomprensión de sus gustos es un reflejo de nuestra ignorancia e inseguridad, no de si son adecuados.

El artículo está escrito por Cris Rowan, propietaria de la empresa ZoneIn, que se dedica a cobrar por sus terapias de educación y planes de estudios que dependen para su existence que la gente crea que hay problemas que ella puede resolver.

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