Había prometido no volver a hablar de esto, pero un reciente viaje a Oporto me hizo pensar de nuevo en un tema en el que ya varios casi hemos desistido.
Itzel me comentó, después de un par de días moviéndonos por Oporto y sus alrededores, algo en lo que no había reparado. Estábamos oyendo Rádio Comercial y hablábamos de lo graciosos que nos parecían algunos anuncios y de que lo que pensábamos que era una canción demasiado frecuente era realmente un anuncio de la estación y me comentó, de forma casual:
«¿Te has dado cuenta de lo bien que pronuncian en Inglés los locutores?«
Y me hizo pensar. Realmente era cierto, el acento era impecable sin importar si mencionaban el nombre de una canción en inglés, en español o en francés. Llegando al hotel viendo la tele nos dimos cuenta de que, sin importar cual fuera el idioma de lo que estuvieramos viendo todo se ponía en V.O. (Versión Original) con subtítulos en portugués y en el cine pasa lo mismo, todo está en V.O. con subtítulos.
¿Cuál es la consecuencia de esta decisión por parte de Portugal (sea una elección del gobierno o no, no me interesa)? Que la gente desde pequeña está escuchando otros idiomas. Está inconsciente y constantemente bebiendo otros idiomas, otros acentos, vocabulario, etc. y que tiene, todo el tiempo, presente que hay más países y más culturas en el mundo.
Cuando se discute lo del doblaje se pierde a veces un poco el centro y se empieza a alegar lo buena que es tal o cual voz, que si se tiene «derecho» a ver en el idioma propio las cosas, que si el doblaje español es el «mejor» (no lo es, es de los menos malos, que no es lo mismo) o que si Constantino Romero queda mucho mejor que James Earl Jones. Todo esto es irrelevante, son argumentos a usar cuando la decisión ha sido ya tomada pero no sirven antes.
Cuando se discuten las bondades de las versiones dobladas contra las V.O. se tiene que pensar en el beneficio real a largo plazo, y no sólo en el beneficio percibido a corto plazo.
España se considera, internacionalmente, un agujero negro de los idiomas. El español típico tiene fama de ser absolutamente incapaz de aprender un idioma de otro país o de, si lo puede hablar, pronunciarlo correctamente. Cuando se oye a un español hablar bien inglés, francés o alemán lo primero que se suele pensar es que ha vivido en otro país. Incluso en los medios se bromea al respecto (la frase del «Agujero Negro de los Idiomas» la escuché en M80 Radio). Es perfectamente normal ya para todos escuchar a profesionales de la comunicación pronunciando mal los nombres de gente, sitios y cosas.
Estoy dispuesto a defender la posición de que TODA esta incapacidad que existe en España con respecto a otros idiomas viene dada completamente por la omnipresencia del doblaje en los medios.
Cuando el doblaje se dictamina por ley se afecta a mucha gente de forma negativa. No sólo se les afecta de forma directa y a corto plazo (el ejemplo más patente son los sordos, para los que los cines tradicionales están vedados) sino, lo peor, de forma sutil a largo plazo en un sentimiento subsconsciente de que no existe más idioma que el español (o «Los españoles», que técnicamente eso incluiría el Catalán, Valenciano y Gallego). Cuando un español intenta hablar idiomas le cuesta mucho más de lo que debería ser necesario y una de las razones es que no ha tenido, desde pequeño, un contacto constante con otros idiomas. El escuchar películas en V.O. no te hace aprender esos idiomas pero el cerebro, ese gran subestimado, está constantemente absorbiendo y aprendiendo. En el momento de aprender un idioma el haber visto películas en V.O. te permite reconocer frases, palabras, acentos y demás que te facilitan el aprender el idioma.
La duda me atacó tanto en Portugal que conscientemente empecé a fijarme en cómo hablaba la gente cuando mencionaba cosas en otros idiomas y la realidad es que tanto jóvenes como mayores (y MUY mayores) pronunciaban impecablemente palabras en idiomas que no eran los suyos (y los sabían escribir). Al volver a España contacté con mis compañeros en otros países y empecé a preguntar al respecto y se confirmaron mis sospechas. Los portugueses tienen fama en el resto de Europa de tener una facilidad para los idiomas poco común mientras que las personas de países que tienen generalizado el doblaje tienen la fama opuesta (mi compañía es bastante grande, así que pude hacer preguntas en casi todos los países de la UE).
Claro, los problemas son muchos e incluso se puede considerar el proverbial círculo vicioso. La gente no va a ver películas subtituladas porque no las ponen en ningún sitio, y no las ponen en ningún sitio porque la gente no va a verlas. Las leyes tienen que cambiar, debería al menos haber paridad en cómo se transmiten las películas y que existan en las mismas salas versiones subtituladas y versiones dobladas. Sólo existen beneficios y es posible que esto signifique, además, que los traductores de doblaje decidan empezar a hacer mejor sus traducciones y dejen de saltarse frases o inventarse cosas cuando no existen (al poder comparar la gente se volvería un poco más exigente), así como mejoraría la calidad de los actores de doblaje que, para sorpresa de muchos defensores, distan mucho de ser tan buenos como las voces originales.
NOTA: También se benefician los sordos al poder ir al cine y disfrutar películas cuando están subtituladas, pero siguiendo la línea actual en la que extrañamente nunca se habla de ellos en estas discusiones y que la ONCE es raramente silenciosa con este tema lo evitaré yo también para que no se me acuse de usarlos para defender mis argumentos.