Ilse Gutiérrez Paz, Bienvenida a la República Independiente de tu Casa

Hoy (y a esta hora exacta) cumple un mes Ilse y apenas me siento con el valor de escribir algo al respecto ((En el título pongo por hacer la tontería algo que no es cierto. Desde el 4 de Diciembre esto se ha vuelto la Tiranía Ilsecentrista de su casa, pero nosotros como los de Fidel, felices estamos de dejarnos la vida por nuestra mandataria.)) pero si no es ahora ya no será ((Así pues he escrito todo esto del tirón y sólo le he dado un repaso después para agregar los enlaces de las fotos. Lo que hay es lo que salió así que pido paciencia si se lee fatal.)).

Poco he comentado aquí sobre el embarazo desde aquella entrada en Marzo del año pasado, aunque había pensado hacerlo. Supongo que la razón es que en parte nunca terminas de creértelo y en parte no quieres hacer eso que en México se llama «echar la sal» (y en España «Gafarlo»). Lo único que tienes presente es que no sabes más que lo que lees y lo que te cuentan y que todo se contradice con todo lo demás. Consejos, sugerencias, tradiciones, supersticiones vienen todo el tiempo y tienes que estar todo el tiempo pendiente no vaya a ser que tomas la decisión equivocada ((La gente no escéptica supongo que lo tiene más fácil porque sólo es cosa de hacer todo lo que te dicen y si algo sale mal le echas la culpa al destino, a Dios o un trabajo de brujería.)).

Obviamente quieres hacer lo mejor. Quieres ser el mejor padre. Y empiezas a documentarte ((Porque no quieres aceptar que al final lo que sepas será por experiencia vivida y no por otra cosa.)) y ves que unos recomiendan lo que otros califican como traumático y cuando pides opinión todos te contestan con implicaciones de autocomplacencia qué debes hacer y qué no ((De nuevo, contradiciéndose entre sí y pensando cada uno que porque ha escogido una idea significa que es la única correcta.)). Llega un momento en el que quieres callarles a todos y te haces tu propios cimientos mentales que, aunque seguramente inadecuados, te permiten atacar la situación sin que te tiemblen las piernas y se te casque la voz. Descubres que todos y cada uno de esos está igual de perdido y con el mismo pánico pero que han aprendido que el truco es apechugar, tomar un camino y hacer cómo si se supiera que es el correcto. Y haces lo mismo, claro.

Ahora que ya está aquí el acojone se ha multiplicado por 10 y está templado sólo por lo obnubilado que nos tiene la niña. No es raro descubrirnos el uno al otro pasando largos ratos mirándola sin más, sin terminar de creernos que esta personita bonsai ha llegado y pensando, en silencio, que ninguna explicación biológica de flores y abejas puede realmente expresar la irracional sensación que te provoca verla en carne y hueso ((Ninguno de los cuales, te consta, existía hace un año.)). Es fácil entender como surgen las religiones al ver lo que sientes y lo poco que te sirve la ciencia para ponerlo en palabras que lo expresen adecuadamente.

La naturaleza es sabia y nos mantiene dopados para evitarnos intuir la vida que se nos abalanza y que de vez en cuando se insinúa en cositas menores como una ropa que dura una sola puesta, un pack de 27 pañales que se van en tres días o pasarte la noche en vela porque sientes que la criatura no duerme bien.

Por el momento no es más que un bultito de carne blanda que sólo sabe cagar, comer, dormir y llorar. Eso sí, para cuatro cosas que hace las hace de maravilla. Cambia de cara cada día y seguimos teniendo problemas para entender que el llanto es igual de desgarrador por tener un dolor descomunal que por tener un pedete de nada. Un viaje a urgencias la primera noche nos curó de susto y nos obliga cada vez a mantener la perspectiva de la situación.

Una advertencia a los futuros padres: Tomad todo lo que os dicen con un poco de escepticismo. Mucho de lo que os dicen son exageraciones desproporcionadas mientras que en otras cosas se quedan cortos (la frecuencia de despertares para comer o de pañales a cambiar, por ejemplo). Muchas trivialidades os las repetirán sin ser necesario pero otras (como que los recién nacidos son máquinas de tirarse pedos, por ejemplo) nadie las menciona. Y si sois aprensivos no os preocupéis, que se os va a quitar rapidito. Ah, y tendréis vosotros, vuestra ropa, vuestros muebles y vuestra casa ese olorcillo ligeramente ácido que sólo viene de tener a alguien constantemente bebiendo leche con tendencia a tirarse pedos en casa. Ese el olor con el que los nuevos padres nos reconocemos entre nosotros.

Eso sí, como concesión a los que están en contacto, desde que nació he intentado mantener actualizado con nuevas fotos el álbum en Flickr, aunque más de uno me ha pegado un par de gritos por enterarse por casualidad entrando ahí y no por mi boca.

Bienvenida a casa, Ilse. Gracias por escogernos.

Victoria!

Nos tienes enamorados.