Tal vez un indicador de que has caído en el lado Apple de la fuerza (no diré si es el claro o el oscuro, que para todo hay opiniones) es que deja de parecerte extraño que la gente documente el primer «desempaquetado» de un producto nuevo.
Algo que podría considerarse estúpido o trivial en el mundo de Mac es una noticia. Y si no has tenido o abierto un mac no es fácil de entender (y se presta a la burla fácil, porque parece TAN de fanáticos).
La realidad, sin embargo, es más sutil. La razón por la cual abrir un producto de Apple es noticia es porque Apple empeña tanta ingeniería y diseño en estos empaques como los que dedica a las máquinas y por los que es famoso.
La calidad del empaque (si es cartón suele ser laminado, con ilustración a color y diseño minimalista, si no es cartón suele ser acrílico transparente), la forma en que se abre la caja que suele ir descubriendo las partes. Ver que no hay detalle pequeño que se no se considere indigno de diseño como el que las etiquetas que sellan los sobres suelen tener el logo impreso o que los cables son hechos a medida con conectores y cubierta a juego. Las cubiertas de los conectores, los folletos de instrucciones.
El problema con Apple es que no es posible ignorar esa sensación de lujuria tecnológica que produce, ese desperdicio de diseño que tanto cuesta justificar y del que da un poco de vergüenza hablar abiertamente (como la que me está dando ahora). Esa sensación de derroche que sientes.
Esa decadencia de saber que aunque un carton reciclado marrón con impresión monocromática hubiera sido igual de funcional, estás disfrutando de algo totalmente inútil cuya existencia sólo se justifica por la estética.
Me ha dado por comentar esto en parte por romper una lanza y ponerlo con todas las letras y porque están ya empezado a surgir comentarios sobre esta misma experiencia sucediendo con los iPhones.
Una sola frase me lo ha recordado en una reseña de Steven Levy para MSNBC:
Sí, somos frívolos, pero nuestros portátiles no vienen con diecisiete pegatinas de colores.
Que no te de vergüenza primito, la verdad es que algo de lo que uno disfruta de manera inimaginable. En mi caso no es sólo el hecho de lo bien empacado que está, sino de la ilusión con la que yo lo abro. Supongo que es lo que tiene invertir el dinero que tanto te ha costado ganar en algo que realmente disfrutas, piensen lo que piensen los demás