Logo Fast GoodCerca de mi oficina hay un Fast Good ((Juego de palabras que el listo de Adriá piensa que se pierde en sus compatriotas. Viene de la frase «You want it Fast, Good or Cheap?, you can pick two«. Implícitamente te deja claro que te vas a dejar los riñones empeñados en el lugar.)), uno de estos locales de comida supuestamente rápida de Ferrán Adriá. La idea, se supone, es dar comida rápida que además sea de buena calidad. El problema es que aunque uno está dispuesto a sacrificar precio la velocidad y calidad tienen que ser muy superiores.

Es una intención admirable y casi es posible perdonar que todo cueste el doble que en cualquier otro sitio. Es, al fin y al cabo, comida rápida de Ferrán Adriá («Mr. Tengo el Mejor Restaurante del Mundo».

Sin embargo varias cosas parecen haber fallado entre la idea que debe haber bosquejado en una servilleta Ferrán y la ejecución final. Hablando con gente del lugar parece ser que el consenso es el mismo: La idea es buena, la comida es buena, todo se cae en la entrega final.

Veamos. Lo bueno que tiene es que el sitio, aunque frío, es estéticamente agradable. Hay una sección de fríos antes que, si ignoras que pretenden venderte un zumo de naranja chico por 5 euros y un sandwich hecho con medio pan bimbo por 4, tiene cosas sabrosas. Las opciones se ven buenas y las combinaciones interesantes. Dan ganas de comerse algo.

En la carta hay combinaciones inesperadas para un sitio de comida rápida: Pollo con couscous, hamburguesa de setas con mozzarella, huevos fritos con jamón ibérico.

El problema empieza a surgir cuando descubres que la atención al detalle y la estética no ha llegado más lejos que la definición del menú y el resto de la experiencia es despreciable.

Empezando por las colas interminables y lentas, que van a parar a una caja de cada cinco abierta, a un cajero de mala gana que, como los guardapuertas de las discotecas de lujo, te trata como si te hiciera un favor pero realmente no merecieras estar ahí.

Yo: Hola, me da un sandwich de York con Queso, unos huevos fritos con jamón y un refresco para llevar, por favor?
Cajero Desafectado: Se nos ha acabado el York ((A quién se le puede acabar el York, por Dios.)). En su lugar hay uno de Berenjena ((Berenjena. Mi némesis vegetal por excelencia.)). El refresco lo agarra Ud. de la nevera antes de venir a la cola ((El tono implicaba que la cola se tenía que hacer de nuevo si el contenido de la cesta cambiaba.)). No le puedo dar los huevos para llevar ((Pedí explicación sin suerte. «Los huevos no los podemos poner para llevar.»)).
Yo: Ehrm. Bueno, vale, dame una hamburguesa pepita con patatas y cóbrame una coca-cola, que ya la pillo ahora. Para llevar.
Cajero Desafectado: Son 14 euros.
Yo: Ouch. Ok. Te pago con tickets-restaurant.
Cajero Desafectado: Vale. Recibo 16 euros en tickets. No le puedo dar vuelto.
Yo: Jodo. Pues nada, de ahí iba tu propina.

El señor Cajero agarra dos euros y los mete al bote y yo me quedo con la boca abierta y decido tomar mis cosas y largarme de ahí. Acabo de recordar que no me gusta comer en Fast Good y admito para mis adentros que la culpa ha sido mía por ir. Estoy pagándolo.

Pasan 20 minutos ((No. No exagero.)). Finalmente llega mi hamburguesa (fría) ((La hamburguesa de Fast Good está hecha específicamente con una carne jugosa con grasa especial para darle un sabor único. Lamentablemente eso significa que si se deja enfriar adquiere una capa blanquecina mantecosa por afuera que sólo se quita recalentando.)) y mis patatas (frías). Meto mi refresco (caliente) en la misma bolsa y me vuelvo a la oficina a comer.

Lo peor de Fast Good es tal vez la sensación de potencial desperdiciado. De una buena idea olvidada durante su ejecución. La comida suele retener suficiente sabor en su criogénico estado como para isinuar a que estaba realmente buena recién hecha ((Aunque sobrevive mal a un microondas.)). El lugar es casi tan bonito y cómodo como para no prestar atención a que el clima está puesto en modo «Tundra Siberiana». La variedad étnica del personal es admirable y casi hace olvidar el hecho de que tienes que repetir cuatro veces casi todo lo que pides ((Yo he ido a apuntar con el dedo en la carta de la pared lo que quería.)) y que tus platos suelen acabar en las mesas de otros. Tal vez lo más deprimente es ver tu hamburguesa esperando en la ventana de la cocina, el humo de su calor siendo cada vez más tenue, mientras los camareros pasan a su lado una, otra y otra vez, para luego cogerla y pasar enfrente de tu mesa una, otra y otra vez con ella en manos, incapaces de seguir incluso su propio sistema de darle al cliente una banderita con un número.

Lo más mencionable es que el lugar, aún así, nunca está vacío. A la gente no le termina de gustar pero sigue yendo. Supongo que es lo mismo que me pasa a mí, que se me olvida que no me gusta el sitio y al tenerlo tan cerca me dejo llevar por lo que promete y no, realmente, por lo que provee. Nunca he encontrado a nadie en Fast Good que diga que está bueno pero seguimos yendo. Tal vez porque no tenemos opción.

Lo que realmente debería pasar es que me deberían de abrir un Alfredo’s Barbacoa en la puerta de la oficina. No será bonito de ver. No serán hamburguesas de diseño pero madre mía, que buenas que están y, si tienes suerte, Alfredo se sentará contigo, botella de Southern Comfort ((Un whisky dulce y con naranja.)) en mano y con las Dixie Chicks a todo volumen en la tele, y te contará, en su español fracturado, sus aventuras.

6999Hoy han sido, ya, siete mil tweets. Como prueba para ver si sirve para algo ya debería haber valido.

Edición: 2008-01-10 – Tweet Ocho Mil

Uno – Mi primer mensaje, como el de casi todos, fue autoreferente. Debe ser algo inherentemente humano, como el primer post en un blog ((Realmente tengo dos primeros posts. El primero de 2002 y el segundo al moverme a WordPress y cambiar a escribir en español.)) o eso que hacemos todos cuando nos enfocan con una cámara de vídeo. Hace unos 190 días.

Mil – Mi milésimo mensaje, preguntando sobre una traducción a una palabra. Como cada vez que hago esto incluso ahora no recibo ninguna respuesta. Hace unos 100 días.

Dos mil – Tema recurrente: Los idiomas. Aquí comentando con @pjorge ((Esto me recuerda un punto de etiqueta en el que no termino de decidirme. Últimamente escribo mucho en Twitter y un efecto secundario de esto es que cuando me enlazan lo hacen a mi cuenta en twitter y no a mi página web. ¿Deberíamos enlazar al tweet en cuestión cuando citamos? ¿A la cuenta de twitter? ¿A la página del twittero si la tiene? ¿Deberíamos preguntar?)), uno que específicamente se que no me contesta cuando pregunto, por ejemplo, cómo se traduce «hubris» al castellano. El tema era el anuncio de la edición de Criptonomicón completa (y no en libros separados) en español. Hace unos 80 días.

Tres mil – No creo equivocarme cuando digo que lo que más hago en twitter es enviar enlaces y contestar tweets de otros. Aquí comentaba con @LesHalles ((El poner una arroba frente al nombre corto de alguien cada vez más se identifica con referirse a Twitter, ya que es la forma en que se envían respuestas entre usuarios.)) sobre la mejor forma de configurar Time Machine en Mac OS X Leopard. No sorprende cuando conozco a LesHalles a través del canal #mac en IRC ((IRC es una red de Chat que existe desde mucho antes que la web se inventara. Esto se refleja en su estilo usual, que es más bien espartano. Aún así existen programas (llamados «clientes») que lo hacen estéticamente soportable (como Colloquy) y que permiten que nuevas generaciones puedan entrar.)) desde hace tiempo. Hace unos 60 días.

Cuatro mil – Lo dicho, otra respuesta a alguien. A @Phosy le conozco desde hace unos años de forma indirecta, al comprar mi grabador en disco duro PVR de TDT, un Siemens Gigaset M740 EPG (ahora M750), entré a un foro dedicado al mismo ((Parte de lo que probablemente sea la red de foros dedicados a aparatos tecnológicos específicos más grande de España.)). Phosy llegó poco después (si mal no recuerdo, podría ser al revés) y junto con otros estuvimos trasteando con el firmware del aparato. Cuando mi vida empezó a complicarse con otras cosas lo fui dejando pero me dió gusto encontrarle por aquí porque tenemos bastante en común. Hace unos 41 días

Cinco mil – Ya haciendo la tontería, del 5000 si estuve pendiente y agradecí a la academia por el premio. En mi cumpleaños, fue la primera vez que enlacé al álbum de fotos de Ilse (mi hija, entonces aún por nacer y sin nombre). El agradecimiento a Itzel es real, considerando todo lo que me tiene que aguantar. Hace unos 30 días (si, 1000 tweets en 11 días).

Seis mil – Uno de mis tweets más esotéricos. El texto hace referencia a un foro de IMDB sobre la película Gremlins. En el foro alguien comenta que ha encontrado, en los grupos de Usenet ((Utilizando el archivo histórico que Google compró a dejanews que cubre desde 1982 a la fecha)), una referencia a «Gremlins«. De ahí la gente empieza a llamar el hallazgo un «fake» porque «Google no existía en 1984, Idiota!» y porque «La gente de Google tendría 11 años, Idiota!» y porque «No se usaba la palabra ‘Spoiler’ antes de los 90s, Idiota!» y demás argumentos que no estoy seguro si me entristecen, deprimen o molestan. Hace unos 15 días.

Siete mil – Este mismo, y autorreferente, como tiene que ser. Hace 0 segundos. 161 seguidores en este momento, con una perdida en total desde mi primer día de unos 15 y con 11 que me han añadido multiples veces (uno en especial 7 veces ya).

Ocho mil – El 9 de enero marca finalmente el tweet ocho mil, el que originalmente quería esperar para completar el meme de Frank y que por no poder esperar dos semanas tendré que idear otra forma de hacerlo (no lo he olvidado, de verdad). Me da gusto que este tweet muestra dos cosas que hago mucho y los otros no mostraban. Enviar enlaces y hablar de mac.